ESCUCHAR (Y VER) PARA CREER
DÚO AMBROSINI-KUYKEN. Concierto de piano a cuatro manos

¿Qué ocurriría si existiese un pianista con veinte dedos? ¿Y si ese pianista tuviese cuatro oídos? ¿ Y si tuviese dos cabezas para pensar y dos corazones para sentir? ¿Y si, además, fuera capaz de unir lo mejor del mundo latino como la energía, la pasión, el lirismo, con lo mejor de la cultura anglo-germánica: la libertad, la flexibilidad o la naturalidad? El pasado día 9 de febrero, en la Ermita de San Roque de Sigüenza, durante el concierto de piano a cuatro manos ofrecido por Brenno Ambrosini y David Kuyken, al escuchar a estos dos músicos, parecía por momentos que ese pianista de ensueño existiese de verdad. Hasta tal punto demostraron ambos pianistas su capacidad para compenetrarse y sonar como una sola persona con veinte dedos, cuatro oídos y dos cerebros. Ambrosini y Kuyken son de esos músicos que cuando tocan con otros no pierden nada de su valor, al contrario, el valor final se multiplica por la suma de lo que aporta cada uno.
El concierto arrancó con la interpretación de la “Nana y Fuga sobre el nombre B-A-C-H” de Nicolai Rimsky-Koskakov, compositor ruso del cual se conmemora este año los 100 años de su muerte, pieza en la cual se funden una sencilla canción infantil ejecutada por el “primo” con una fuga densa que se desarrolla en la parte del “secondo”. Ambos músicos (Kuyken como “primo” y Ambrosini como “secondo” ) interpretaron a la perfección sus papeles antagonistas, creando así un ambiente cargado de sorpresa ante la capacidad para simultanear dos elementos tan dispares. A continuación, y siguiendo con el repertorio para piano a cuatro manos de Rimsky-Korsakov, Kuyken y Ambrosini ofrecieron su versión de los “Spass-Quadrille”, una serie de danzas en las que Rimsky recrea el ambiente de las danzas de salón de finales del siglo XIX. La interpretación resultó brillante desde el punto de vista técnico y emotiva en lo expresivo, ofreciendo al oyente una interesante versión de una pieza del repertorio “olvidado”. Para finalizar, los Valses Op. 39 de Johannes Brahms, segundo compositor homenajeado en el año en que se cumple el 175 aniversario de su nacimiento. En esta serie brahmsiana, una de tantas de su extenso catálogo de piezas para piano a cuatro manos, Kuyken y Ambrosini se mueven con absoluto dominio y perfección. Cada uno de los matices que encierran estas pequeñas joyas musicales aparecieron ante el asombrado público en toda su belleza. El lirismo, la nostalgia, la ensoñación, la pasión, el arrebato, se convirtieron en sonido bajo los veinte dedos de estos magos del piano. Y no sólo cada pieza en su peculiar esencia sino, lo que es más difícil, todas ellas como una gran pieza, adquirieron el sentido y la lógica que les es propia, de forma que cada vals se entendía a la vez como una célula independiente y como parte indispensable de un todo orgánico.
Tras el descanso, el concierto siguió con la Fuga de Do Mayor www 123 de Rimsky-Korsakov, pieza en la que encontramos al afamado profesor de Conservatorio que fue Rimsky, preocupado por mantener y hacer perdurar la herencia de los grandes clásicos europeos como Bach o Beethoven, Es ésta una pieza que trata de emular a las monumentales fugas de los anteriores, recordando en ocasiones sonoridades de otros instrumentos como el órgano. Tras la sencilla pero rica “Misha, Tema y Variaciones”, se puso el broche de oro a este magnífico concierto con la interpretación de “Souvenir de la Russie” de Brahms, pieza que recrea el ambiente de la música popular de regiones centroeuropeas como Bohemia o de Rusia. Se trata de una colección de piezas de exquisita escritura, muestra de un profundo conocimiento de las posibilidades del género de las cuatro manos. Sabedores de su altísimo nivel técnico y musical, Ambrosini y Kuyken, que durante toda la segunda parte intercambiaron sus posiciones al piano, reservaron para el final del concierto el despliegue de su arrollador virtuosismo, ofreciendo una interpretación repleta de momentos de gran emoción expresiva y de poderosa bravura.
Estos dos enormes pianistas, que ya han ofrecido su música en varias ocasiones en Sigüenza, fueron capaces de convertir un género como el del piano a cuatro manos, que nació con la intención de disfrutar de la música entre amigos, en una ambiente informal y desenfadado, en un hecho artístico del más alto nivel. Fueron más allá de la pura ejecución para alcanzar el nivel de la expresión artística más profunda, ese estado en el que el arte hace grande a quien lo crea, valioso a quien lo transmite y feliz a quien lo recibe y se alimenta de él.

Pau Gil